El pasado 7 de julio falleció, a los 85 años, Felipe Lara Rosano, investigador del Instituto de Ciencias
Aplicadas y Tecnología (ICAT, antes CCADET) y del Centro de Ciencias de la Complejidad de la UNAM, donde
fundó al área de Complejidad Social y generó múltiples teorías, métodos y modelos para el análisis de
sistemas sociales.
Lara Rosano nació en la ciudad de Puebla en 1938, donde cursó la licenciatura en Ingeniería Civil, y
se graduó en 1962. En 1970, fue el primer graduado de maestro en Ingeniería Mecánica Eléctrica
especializado en Control de la Facultad de Ingeniería de la UNAM. En ese año se incorporó como
investigador de tiempo completo en el Instituto de Ingeniería de la UNAM, en la Coordinación de
Ingeniería de Sistemas y Control. En 1973 fue el primer graduado de doctor en Ingeniería en la
especialidad de Investigación de Operaciones, también en la Facultad de Ingeniería.
Desde la fundación del C3, Felipe Lara participó como encargado del área de Complejidad Social,
creando seminarios y proyectos de investigación con profesionales de diversas disciplinas y enfocados
en una gran variedad de problemas sociales.
Felipe Lara fue uno de los primeros investigadores en México en entender los fenómenos sociales
como inherentemente complejos y, convencido de que las tecnologías de información pueden ser
enormemente útiles para estudiarlos, aprovechó los modelos computacionales para formalizar las
teorías dinámicas sociales.
“Los grandes problemas sociales son complejos: en cada uno hay un sinfín de factores relevantes
interactuando generalmente de maneras no lineales, actuando a diversas escalas y que cambian en el
tiempo, modificando incluso sus premisas causales”, escribió Lara en su libro “Fundamentos para el
Diagnóstico e Intervención en Sistemas Complejos” (Editorial Académica Española, 2017).
Para Lara Rosano los marcos tradicionales de la ciencia resultaban inadecuados e insuficientes para
estudiar los sistemas sociales por lo que era “imprescindible y urgente emprender una nueva manera
de hacer ciencia”.
Esa nueva ciencia era la Complejidad, que él entendía como el camino para “investigar los sistemas
humanos y sociales, no como sistemas mecanicistas sino como sistemas interactivos, dinámicos, no
lineales, y provistos de un sentido teleológico, capaces de adaptación, aprendizaje e innovación”.
Analizar los sistemas sociales a través de las Ciencias de la Complejidad consistía en diagnosticarlos a
partir de definir sus elementos, interrelaciones, entorno, dinámica, variables, así como otros elementos
para definir su complejidad, tales como sus atractores, bifurcaciones, estados caóticos, sus atractores
extraños, sus situaciones al borde del caos y sus procesos o intentos de autoorganización.
Identificar todos estos elementos, según el investigador, podía servir para hacer modelos de
simulación que sirvieran para explicar la dinámica del sistema social y mejorar sus procesos de
gestión.
Las semillas fundacionales de la complejidad social
El papel de Lara Rosano en la complejidad social fue decisivo gracias a una de sus principales
aportaciones: la creación, en 2010, del Seminario “Teorías, Métodos y Modelos de la Complejidad
Social”, el primer esfuerzo para construir una línea académica en la UNAM dedicada a la
comprensión y la investigación de sistemas sociales y en la que asistían profesionales y estudiantes de
áreas tan variadas como la sociología, la física, la música, la sociología o la antropología.
De este seminario surgieron los grupos de trabajo en ciencias de la complejidad en la Universidad
Autónoma de Baja California y la Universidad de la Ciénega en Michoacán de Ocampo, así como la
red de colaboración en complejidad entre el CCADET (UNAM) y la Trinity University Texas.
Gracias al Seminario también se establecieron distintos círculos de estudio para las aplicaciones de las
ciencias de la complejidad en la intervención de problemas sociales relevantes para el país. Estos
círculos estaban dedicados a analizar, desde la complejidad, la ingeniería de sistemas, la innovación,
la educación, la planeación educativa, la antropología, la economía, la comunicación y medios, entre
otros.
Su conocimiento en la complejidad social también lo llevó a ser miembro fundador de importantes
eventos internacionales como la Conferencia Iberoamericana de Complejidad, Informática y
Cibernética y la International Multi-Conference on Complexity, Informatics, and Cybernetics:
IMCIC, que se llevan a cabo anualmente en Estados Unidos, además de la
International Conference on Systems Research, Informatics and Cybernetics
, que ocurre en Alemania cada año.
Otras de las aportaciones clave de Lara Rosano fueron sus libros “Metodología para la planeación de
sistemas: un enfoque prospectivo”, publicado por primera vez en 1990;
“Advances in Artificial Intelligence and Engineering Cybernetics
Vol X”, publicado en 2003; y “Teorías, métodos y modelos de la complejidad social”, publicado en 2017.
En sus publicaciones el investigador estableció las bases metodológicas que permitían estudiar los
sistemas sociales a través de la complejidad y convertir ese conocimiento en decisiones e
intervenciones útiles para la vida de las personas.
Conocimiento aplicable a la vida en sociedad
Para Felipe Lara, antes de proponer una solución a problemas sociales, era necesario revisar la
historia. “Todo problema complejo social como los problemas de salud, de educación, de pobreza, etc.
se han tratado de resolver en el pasado creando ministerios, secretarías de Estado, instituciones, etc. es
decir, organizaciones que han tenido la función aparente de resolver esos problemas, sin poder
hacerlo, porque los diversos gobiernos nunca han sabido diseñarlas, hacerlas funcionales, darles la
estructura de un sistema dinámico, adaptativo complejo ni operarlas con eficiencia ni transparencia”,
dice Lara en su libro de 2017.
Lo que se tiene que hacer, decía, era analizar la trayectoria de “esas instituciones disfuncionales que
fracasaron, para hacerles un diagnóstico organizacional dinámico bajo el enfoque de las Ciencias de la
Complejidad, para hacer explícitas las razones políticas, técnicas, económicas, sociales, burocráticas y
de corrupción que provocaron su fracaso y que debían tomarse en cuenta en un nuevo diseño
sistémico”.
Lara Rosano creía que cualquier intervención en un sistema social requería analizarlo a él y sus
variables en su evolución temporal e implementarla siempre en función del contexto y las prácticas
sociales actuales.
Por ejemplo, uno de sus últimos trabajos, publicado en 2020, es una propuesta de simulador social
computacional para prevenir las adicciones en Tijuana, Baja California, un lugar atravesado por el
importante consumo de sustancias psicoactivas. Tan solo del 2004 al 2011, la prevalencia pasó del
25.90% al 39.44%, según datos del Observatorio Estatal de Adicciones (OEA), en mayor medida
entre los jóvenes entre los 8 y los 18 años.
En su propuesta, Lara Rosano junto con un grupo de investigadores propusieron un software para
simular los eventos y estados que pudieran determinar una tendencia de riesgo hacia las adicciones y
así ayudar a los especialistas a hacer intervenciones para prevenirlas.
Lara Rosano hizo propuestas similares de modelos para entender y solucionar distintos problemas
sociales, por ejemplo, para fortalecer competencias de aprendizaje, mejorar la motivación entre
estudiantes mexicanos, aumentar la competitividad de profesores universitarios, así como el nivel de
interacción entre una exhibición en un museo y el público.
Durante toda su vida académica, Lara Rosano hizo 147 publicaciones internacionales, 84
publicaciones nacionales y 24 desarrollos tecnológicos; fue parte del Consejo Asesor e Investigador
Nacional Nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI). En 1992, fue distinguido con el
Premio Condumex 1992 en Inteligencia Artificial y robótica; en 1996 recibió el Doctorado Honoris
Causa 1996 del
International Institute for Advanced Studies in Sistems Research and Cybernetics,
Alemania y en 2014 se convirtió en Senior Member del
Institute of Electrical and Electronics Engineer
(IEEE), en Estados Unidos.
Más allá de sus múltiples reconocimientos, Felipe Lara será recordado por su papel clave en la fundación de proyectos y grupos de investigación enfocados en la complejidad social, pero, sobre todo, por su generosidad, su buen humor, su gran compromiso y dedicación a la docencia, y por el respeto, la amabilidad y la calidez con las que hacía sentir a las personas que sus ideas eran valiosas.
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